¿Qué es un ERTE por impedimento?

¿Qué es un ERTE por impedimento?

Un ERTE por impedimento es un mecanismo que permite a las empresas suspender temporalmente los contratos de trabajo de sus trabajadores debido a causas ajenas a su voluntad, como puede ser una crisis sanitaria, una catástrofe natural o una situación que impide el normal desarrollo de la actividad empresarial.

Este tipo de ERTE se diferencia del ERTE por fuerza mayor, ya que en el primero se requiere el cumplimiento de ciertos requisitos para poder aplicarlo, como por ejemplo que la actividad empresarial esté suspendida por orden gubernamental o la imposibilidad de organizar el trabajo para cumplir con las medidas sanitarias establecidas.

El procedimiento para solicitar un ERTE por impedimento es similar al de cualquier otro tipo de ERTE, debiendo comunicar a los trabajadores y a la autoridad laboral competente dicha suspensión de contratos de manera individualizada y con un plazo de antelación mínimo de 5 días hábiles.

Es importante destacar que durante el tiempo de duración del ERTE, los trabajadores afectados tendrán derecho a recibir una prestación económica por desempleo, siempre y cuando cumplan con ciertos requisitos, como haber cotizado el tiempo mínimo requerido y estar inscritos como demandantes de empleo.

¿Qué es un ERTE por impedimento?

Un ERTE por impedimento es la suspensión temporal del contrato de trabajo de los empleados de una empresa, debido a circunstancias excepcionales que impiden la actividad laboral. En este caso, el impedimento puede ser causado por una restricción administrativa o por una medida sanitaria que dificulta o imposibilita el desarrollo de la actividad empresarial.

El ERTE por impedimento se creó como medida excepcional en respuesta a la crisis sanitaria del COVID-19, con el objetivo de proteger el empleo y ayudar a las empresas a sobrellevar las dificultades económicas derivadas de la pandemia. Esta modalidad de ERTE puede ser solicitada por cualquier empresa, independientemente de su tamaño o actividad, siempre y cuando exista un impedimento para el desarrollo de su actividad.

Una de las principales ventajas del ERTE por impedimento es que los trabajadores afectados por esta medida tienen derecho a recibir una prestación por desempleo, que es sufragada por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). La cuantía de la prestación dependerá de las últimas cotizaciones realizadas por el trabajador y del tiempo que permanezca en situación de desempleo.

Otra ventaja del ERTE por impedimento es que no es necesario que la empresa acredite una situación de crisis o dificultades económicas para solicitarlo. Tan solo es necesario justificar el impedimento para el desarrollo de la actividad empresarial provocado por una restricción administrativa o una medida sanitaria.

En definitiva, un ERTE por impedimento es una medida temporal y excepcional que permite a las empresas suspender temporalmente los contratos de trabajo de sus empleados. Esta medida busca proteger el empleo y ayudar a las empresas a sobrellevar las dificultades causadas por la pandemia, garantizando a los trabajadores afectados el acceso a una prestación por desempleo.

¿Cuándo finaliza un ERTE por limitacion?

Un ERTE por limitación es una medida que se adopta en situaciones en las que la actividad económica de una empresa o sector se ve limitada por circunstancias externas, como puede ser una pandemia o una crisis económica.

En este sentido, la finalización de un ERTE por limitación estará determinada por la duración de la situación que lo ha motivado. Por ejemplo, en el caso de la crisis sanitaria provocada por la pandemia de COVID-19, la suspensión de los contratos de trabajo de los trabajadores afectados por el ERTE se producirá mientras duren las restricciones a la actividad económica establecidas por las autoridades sanitarias.

Por tanto, para que finalice un ERTE por limitación, será necesario que se levanten las restricciones que lo motivaron y que se permita la actividad empresarial con normalidad. En este sentido, la empresa deberá comunicar la finalización del ERTE a los trabajadores afectados y solicitar la reactivación de sus contratos de trabajo.

En conclusión, la finalización de un ERTE por limitación dependerá de la duración de las circunstancias externas que lo han motivado, por lo que no es posible establecer un plazo concreto y definido para su finalización.

¿Qué pasa si un trabajador no acepta un ERTE?

Un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) es una medida que han tomado muchas empresas para hacer frente a la crisis económica que está dejando la pandemia. La aceptación de un ERTE por parte de los trabajadores es fundamental para que la medida pueda llevarse a cabo.

En caso de que un trabajador decida no aceptar el ERTE, podría poner en peligro la supervivencia de la empresa y el empleo de todos los empleados. La empresa tiene derecho a aplicar el ERTE de manera unilateral, por lo que en cierto modo la aceptación del trabajador es un mero trámite administrativo.

Si un trabajador no acepta el ERTE, la empresa puede rescindir su contrato de trabajo o tomar medidas disciplinarias en su contra. Es importante tener en cuenta que el trabajador tiene derecho a reclamar ante los tribunales, pero eso no evitará que la empresa pueda llevar a cabo el ERTE.

En cualquier caso, lo más recomendable es aceptar el ERTE y colaborar con la empresa, ya que esto permitirá a la empresa sobrevivir a la crisis económica y mantener el empleo de todos los trabajadores. Además, en muchos casos, los ERTEs suelen tener una duración limitada y posteriormente la empresa podría volver a contratar a los trabajadores afectados.

¿Qué consecuencias trae estar en el ERTE?

Un ERTE es un Expediente de Regulación de Empleo Temporal, que se produce cuando la empresa tiene una caída temporal de su actividad y necesita reducir los costes laborales. Estar en el ERTE puede tener numerosas consecuencias, tanto económicas como laborales y personales.

En primer lugar, estar en el ERTE implica una reducción de jornada y sueldo, lo que supone una disminución importante de los ingresos económicos. Además, los trabajadores en ERTE no cotizan a la Seguridad Social, lo que en algunos casos puede repercutir en su futura pensión de jubilación.

Otra consecuencia del ERTE es el descenso de la moral y la motivación de los trabajadores. La situación de incertidumbre y la falta de estabilidad laboral pueden generar ansiedad y preocupación, lo que afecta al rendimiento y al ambiente laboral.

Además, estar en el ERTE supone una pérdida de derechos laborales, como el derecho a tener vacaciones, a realizar formación o a recibir indemnización por despido, entre otros.

Por último, el ERTE puede tener una repercusión en la vida personal de los trabajadores. La disminución de ingresos económicos puede suponer una limitación en la capacidad de afrontar gastos y proyectos de vida. También puede afectar negativamente en la conciliación de la vida laboral y familiar.

En conclusión, el ERTE no sólo tiene consecuencias económicas, sino también psicológicas, laborales y personales. Es importante tener en cuenta estas repercusiones y buscar medidas para minimizar su impacto en la vida de los trabajadores afectados.

¿Cuántas prorrogas puede tener un ERTE?

Desde el inicio de la pandemia, los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) se han convertido en una herramienta clave para evitar despidos masivos en España. Sin embargo, uno de los interrogantes más frecuentes en torno a los ERTE es el número de prorrogas que pueden solicitarse para prolongar los mismos.

La respuesta a esta pregunta es sencilla: la duración máxima de un ERTE es de seis meses, pero puede prorrogarse hasta tres veces más (es decir, un total de 18 meses), siempre y cuando las causas que lo motivaron se mantengan.

Es importante mencionar que, para solicitar la prórroga, es necesario presentar una nueva solicitud ante la autoridad laboral correspondiente, en la que se detallen nuevamente las consecuencias económicas de la crisis en el negocio y los trabajadores afectados.

Otro aspecto importante a tener en cuenta es que las prorrogas también pueden ser parciales, es decir, afectar a un determinado número de trabajadores o a ciertas áreas del negocio. En este caso, se deberá especificar detalladamente en la solicitud cuáles son las áreas o empleados que se verán afectados por la prórroga.

En conclusión, las empresas que se encuentran en una situación crítica debido a la pandemia pueden disponer de un plazo máximo de 18 meses de ERTE para hacer frente a la situación, siempre y cuando se justifique adecuadamente la necesidad de la prórroga.

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